La integridad electoral es una suma de esfuerzos por garantizar que las y los votantes, las candidaturas, los partidos y todos los actores que participen en un proceso electoral lo puedan hacer en igualdad de condiciones, con reglas claras, mismas oportunidades de participación y un entorno seguro.
La credibilidad y legitimidad de una elección depende de la integridad con la que se desarrolló dicho proceso electoral en todas sus etapas. Para lo anterior es necesario un marco normativo estable, transparente y público, además de la incorporación de estándares internacionales como que las elecciones sean organizadas por un organismo electoral independiente, que demuestre imparcialidad transparencia y responsabilidad en sus decisiones.